Os dejo a modo de aperitivo uno de los poemas:
UNA MEJILLA
COMO ÚLTIMO SERVICIO AL SUFRIMIENTO ANÓNIMO DE MIS LETRAS INTERMITENTES
La sombra de trapo que me nace en las encías
es como un iceberg en la boca de mi sexo.
La joroba de la frente, la espalda de la
cavidad más oscura,
el subsidio en el que me sucedo
hasta besar el nombre subrayado, prometido
en todos los desiertos.
Para olvidar la estimulación del clítoris en
mis zapatos,
como lo hago con el abecedario de repuesto
que llevo en mis paisajes,
me abandono a la infección traviesa de los ojos
a la mancha en el cuello de la frase
el día de su graduación.
Me rindo a la honestidad del semen
indeclinable,
ese que apenas respira
bajo la hipérbole del adjetivo que nos observa
desde la tumba,
para que se apodere de mi ropa,
de la corteza de todos los labios, de la
virginidad del verso,
y me haga polizonte de la delicadeza de los
cadáveres
cuando se prestan las palabras, los párpados
y el vello repetido en la memoria.
Más que el viento calle abajo,
necesito una mejilla como último servicio
al sufrimiento anónimo de mis letras
intermitentes,
y la dimensión panorámica
sobre el abismo que llueve a fogonazos.
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