dijous, 27 de novembre del 2008

UNOS OJOS AUTÓMATAS MERODEAN MI TUMBA



Muertos con el rostro ajusticiado,
sus manos pequeñas en el alféizar,
asumiendo el hedor de la luz,
las sábanas sin cuerpo, equivocadas,
con los intestinos de márgenes huérfanos
colgados del brazo, su casa herida,
leprosa de palabras que regresan
a los embarcaderos,
donde amarraron tantas preguntas,
entre la tormenta y el fuego rendido.

No llevan el nombre puesto,
son como arañas abocadas a rodear con gallardía
el cuerpo del delito,
el que enterraron con sus cicatrices,
y ahora se inventan la soledad que no conocen
para hacerse reales como los objetos desmontables
con los que amueblo mis suburbios.

Sus ojos autómatas merodean mi tumba
hablan de mí, no están tranquilos
porque saben que quien anda en mi,
anda solo.

Observan la ciudad desesperada,
los poemas sumergidos en el miedo,
el agua que quema mis respuestas,
sus pechos retronando al otro lado,
las mañanas a medias, el límite de mi boca,
tres gotas de sangre,

mi explicación y mi remite.

6 comentaris:

Anònim ha dit...

No llevan el nombre puesto, pero no tienen más remedio que rendirse, igual que nosotros, los que vivimos en el perímetro,
a tus gargantas atómicas.
Que mis cien serpientes se enrosquen en tus labios.

Ana Muela Sopeña ha dit...

Fabuloso poema, Marian. Tú siempre sugerente y original.

Un abrazo fuerte
Ana

JR ha dit...

siempre me haces caer en la reflexión...putos baches.

eres Genial...Poeta

Marian Raméntol ha dit...

Todas ellas enroscadas, todas ellas.

Muicks!
M.

Marian Raméntol ha dit...

Gracias Ana, sabes que siempre eres bienvenida, esta es tu casa.

Marian

Marian Raméntol ha dit...

Juan! tu presencia es un regalo, me encanta encontrarte aquí.

Marian