
Un paseo de mi lengua por la cresta de los dientes,
basta para tocar el exquisito sadismo de dios.
¿Le robaste la valentía al mar?
Yo sorteo la vagabunda idea
de sacarme los zapatos para sentirme viva,
mientras te recuerdo haciendo el pan
para los hijos de cada estrella
que te regaló su perfume cuando los dioses dormían.
Dibujar tus ojos duele,
duele tanto como el frío de la palabra
que desmiente la pupila y se revuelca.
Ya pagué la última factura,
pero sigues siendo una carretera incendiada
y es muy tarde para las reflexiones del estómago.
En la próxima esquina,
sí, quizá en la próxima esquina,
basta para tocar el exquisito sadismo de dios.
¿Le robaste la valentía al mar?
Yo sorteo la vagabunda idea
de sacarme los zapatos para sentirme viva,
mientras te recuerdo haciendo el pan
para los hijos de cada estrella
que te regaló su perfume cuando los dioses dormían.
Dibujar tus ojos duele,
duele tanto como el frío de la palabra
que desmiente la pupila y se revuelca.
Ya pagué la última factura,
pero sigues siendo una carretera incendiada
y es muy tarde para las reflexiones del estómago.
En la próxima esquina,
sí, quizá en la próxima esquina,
las palmeras vuelvan a peinar el vientre de las nubes.
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5 comentaris:
A pesar del dominio nefasto de la vida, ésta se derrite querubinamente en tu regazo.
...el sadismo de Dios....
SL
Respiro una nostalgia exquisita en todo el poema
un abrazo
Siempre hay una factura pendiente...
Qué bella la imagen de las palmeras.
Siempre habrá una esquina que doblar....
Saludos y un abrazo enorme.
Peinar las palmeras con sus hojas,
con su estatura,
el vientre entregado de las nubes.
Todo un reto y una delicia
poder imaginar este cuadro.
Un gran beso y un gran abrazo
Siempre tuyo Jorge
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