
Si miramos por los suburbios de las ventanas
veremos la extraña amabilidad de los fregaderos,
restos de caricias podridas, mondaduras de algunos sueños,
la calma de los cristales rotos, la arquitectura antigua
de un rostro de mujer memorizando la cenefa de los platos
escrutadores, condenatorios, necesarios.
La torpeza del aire hundida en los ojos,
mientras las rodillas lamen un mugriento pasillo
de recuerdos, paréntesis inmutables y jarrones de plástico,
el sublime silencio recorrido cientos de veces
con mucha decencia.
La humedad en el vientre y en las paredes,
sobrepasa el riesgo de algo parecido al amor,
como una mortaja, las manos en el fregadero,
como una lápida entre labio y labio.
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11 comentaris:
Hay para quien la única salida es mantener las manos en fregaderos atestados y la vista fija en baldosas mugrientas... y desangrarse en un vacío que siempre es más leve que la realidad.
Besosssss
"un rostro de mujer memorizando la cenefa de los platos"...Es un verso impactante, como todo el poema:los suburbios de las ventanas, los fregaderos, las mondaduras de sueños. ¡Cuánto dolor y silencio de rutina en tantas cocinas...! Un beso, poeta
Me encanta el poema...la forma de acabarlo, sencillamente impresionante.
Abrazos.
Este tipo de poema me recuerda a otros tristísimamente reales que he leído... voy a buscarlos...
Sí, Mujeres del Mercado, de Ángela Figuera, nunca pude leerlo sin llorar:
http://knol.google.com/k/yira-lazala/poesas-en-otras-palabras/etmu5j4uwcd7/17#
Vale la pena, literalmente.
Enhorabuena, sabes escarbar en los corazones, los vientres, los úteros y los ojos viejos de las madres de vidas silenciosamente dramáticas.
Muchas gracias Marian estoy mejor.
Corro a escuchar la entrevista. Me gusta este poema porque miras el punto fino de lo decadente.
Miremos por donde miremos todo acaba convirtiéndose en una rutina. Pedazo poema , una tristeza que asume su derrota, Besos
Hasta de esa rutina sacas un poema de la chistera. Y deja ese poso de tristeza de quien sueña paraísos desde su reducto de miserias. Redondo.
Un abrazo Marian!
Hay momentos en que se hincan los dedos en la atrocidad (eternamente gris) de la vieja cornisa. En la inapelable multipliación de su rutina.Y no te quejas por miedo a la caída, mas con el plano del silencio gritas.
Otros, donde hueles a novedad y a celosía descorriendo la clausura y te hermanas al piar, inaugurante, de otro hermoso día:
Eres noticia de una tenue luz. Algarabía.
Quizás, de esas contundencias seamos los testigos de este río.
Tú mejor que ninguno lo sabes.
¡Alegraté mujer: eres intangible a la muerte, eres poeta!
Te dejo, entre otras cosas, este beso.
qué cierto: hasta el amor es algo parecido al amor, más cuando sólo hay una ventana por la que escaparse.
Mariaaaannnn. Que ya voy a estar más asidua. Por fin mi ordenador está bien y no tengo que entrar sólo a hurtadillas desde el trabajo.
Ay, mi niña, me he quedado con la imagen del fregadero y las manos en él, se me ha quedado muy grabada en este poema tuyo que, como de costumbre, es tan diferente a todo.
Un besazo
Has logrado una impactante precisión en estos versos, Marian.
Me uno al comentario que te ha hecho Luisa Arellano.
Un poema genial, que sangra por todas las esquinas.
Felicidades
Un beso
Ana
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